Llegamos a Merkamueble y empezamos a ver los comedores de la planta 1ª. después de vernos todos nos acercamos a una pareja de vendedores ociosos (de hecho, una vendedora y un vendedor testoteronizado). Le exponemos a ambos nuestras inquietudes y es el vendedor el que nos acoje bajo su ala. Le llevamos al que nos gustaba y le comentamos que el color debería ser roble, más clarito.
Vendedor: "No, eso es imposible, este fabricante no lo hace".
Nosotros: "¿Hay algún otro parecido en ese color"
V: Ya no se lleva, está descatalogado, si lo quieres debes llevarte el de exposición.
Nos lleva una mesa, nos enseña el catálogo de otro fabricante para que lo ojeemos. Sólo le faltó tamborilear con los dedos en la mesa. Ni una indicación, nada. Ganas de vender cero (0).
Actualizado (08/02/09): No sé porqué pedía password para visualizar el resto del artículo. Pero ya está eliminado.
Después del trato nos vamos y nos dirigimos a Natuka. Nada nos convence y volvemos Mueble Quivir.
Vamos directamente a una vendedora (ociosa y de cháchara), nos recomienda que demos un vistazo y que luego nos orientará. Como era la segunda vez que íbamos ya sabemos que es lo que más nos llama la atención.
Al final encontramos la vendedora con otro grupo viendo unas divertidas fotos. Le comentamos que queremos y ante el desplante decidimos sobre la marcha que ya volveremos otro día.
En resumidas cuentas. Algunas veces no es que comprador no quiera comprar, sino que el vendedor el que no quiere vender. Hacía tiempo que no encontraba tantos prejuicios a la hora de vender. Un primer vistazo y si no llevas oro bien visible no merece perder ni un minuto más contigo.
Con una simple pregunta "¿han traído la medidas?" puedes saber si están dispuesto a comprar un comedor completo o sólo están buscando opciones. Con un poquito de tu tiempo puedes cerrar una venta de varios miles de euros o que el cliente salga escaldado y con la mosca detrás de la oreja.
Al otro lado del mostrador
Pedro Carrillo
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