De nuevo hemos tenido la gran suerte de ser convocados al ejercicio ciudadano de la elección de nuestros representantes en el Parlamento. Y digo suerte porque tenemos un pasado bastante reciente en que esto era un sueño para nuestros padres y abuelos. Sin embargo, y a pesar de lo anterior, seguimos viviendo en una democracia amordazada. Todo ello bajo el "palio" de la representatividad de las diferencias particulares o regionales, autonómicas, locales verbigracia y amén de otras identidades todavía por declarar.
Analicemos un poco de que va esto…
El sistema de circunscripciones provinciales de nuestra ley electoral hace cualquier cosa, menos representar el sentir de los ciudadanos de este país. En los resultados por partidos de la consulta se observan dislates mayúsculos como los diputados del PNV, respecto a la formación de Rosa Díez UPyD (rosa fucsia dixit). Ambos sacaron alrededor de 300.000 votos pero los primeros de quedan con 6 escaños, por uno del segundo. Más sangrante sería el caso de IU que con más de 900.000 votos se queda en 2 diputados, mientras que los inánimes de turno (CIU), sin llegar a los 800.000 votos, sentarán a 11 diputables en la Cámara. Los resultados los podéis consultar en cualquier medio.
Todo esto tiene mucho que ver con la visión que tenemos de nuestro país. Que, sinceramente, creo que, cada vez menos, tenemos una. Para mí el voto de un pastor de los Monegros (por mucho que el boom inmobiliario en la zona lo acabe catapultando a las revistas como Vanity Fair) es tan válido como el de uno que viva al pie de las Torres Kio (no sé si se escribe así) o en Ciutat Vella en Barcelona.
Pero, vamos a ver. Nuestro sistema electoral es injusto. Si lo asimilamos a una comunidad de vecinos tendríamos que los habitantes de los pisos altos deciden quien es el presidente y, en consecuencia, cuanto y cuando se abonan en las cuotas, a que empresa se contrata para los atascos, la limpieza, etc, etc. Sus votos son más valiosos que los nuestros (maldita sea porque no escogería el 6º piso, aunque no había ascensor en la finca).
Y, ¿esto se arreglará?. Pues difícilmente. Los partidos mayoritarios PP y PSOE viven de estas rentas (sólo hace falta ver la geografía de sus respectivas campañas). La aparición de partidos nacionales de verdad, como pueden ser las opciones de UPyD o Ciutadans en Cataluña, pueden ser los referentes de una nueva vía. Porque decimos "nacionales de verdad". Pues porque no hay nada más que ver los escarceos nacionalistas que destilan ambas formaciones mayoritarias en los "territorios" periféricos (incluyendo las sanciones a los rótulos castellanos en las vías públicas catalanas).
En esto coincido con uno de los lemas de Ciutadans: "los territorios no pueden tener derechos, los tienen los ciudadanos". Y es que, de evidente, esta afirmación cae por su propio peso. Ahora, nos esperan 4 años más en un gobierno lastrado por su apoyo en el nacionalismo moderado. Lo que me fastidia de veras es la prepotencia de CIU. Será porque nací allí y me he llevado cerca de 40 años comiendo la "NORMA"lización linguística. O será por el guaraná.
Bueno, por lo menos nos queda apoyar a nuestro dilecto Rodolfo Chikilicuatre en la payasada de Eurovisión…
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